¿Dónde están las empresas medianas y grandes?

El tamaño sí importa.

A diferencia de la visión romántica de que los autoempleados y las empresas pequeñas son el fundamento de la economía, los estudios históricos y empíricos nos han mostrado que el tamaño importa para el crecimiento económico: grandes empresas cambian la estructura de la economía y la mueven a la modernidad. No es que sus dueños sean más bondadosos. Es que, para poder manejar empresas más sofisticadas, con procesos productivos complicados que requieren cientos de distintos trabajadores y de distintas máquinas, se necesita personal técnico. No se necesitan capataces: se necesitan ingenieros. Piensen en Facebook, en Amazon o en Alibaba. Piensen en Apple, en Samsung o en Huawei. Piensen en Volvo, en Sony, en Nestlé o en Airbus.

Esto no es un tema de ideologías. Para quien tenga dudas, allí está Mariana Mazzucato, férrea crítica del laissez-faire que critica a los Gobiernos europeos por desperdiciar dinero en programas de mipymes cuando lo que se necesita es invertir en investigación y desarrollo para que ello sea aprovechado por empresas de alta productividad. Esto último, como ella misma reconoce, no es algo que caracterice a las empresas pequeñas. Por algo uno encuentra, usando la ENEI 2016, que un trabajador de empresa grande en Guatemala tiene 2.5 veces más probabilidades de ganar arriba del salario mínimo (con bono incentivo) que un trabajador de microempresa.

Por eso mismo, un par de amigos, David Casasola y Mónica Rivera, se han empezado a preguntar dónde están las empresas grandes en Guatemala. Resulta que, en Guatemala, las empresas grandes representan el 0.4 % del total de las empresas, pero emplean el 7.2 % de la mano de obra del país. Parecen muy efectivas en crear empleo: si tuviéramos 10 veces más empresas grandes (pasar de 1 603 a 16 030), podríamos resolver el problema del empleo informal del país. Por eso tiene sentido la pregunta que David y Mónica se están haciendo. Es importante que Guatemala se haga dicha pregunta porque es un problema que otros países en desarrollo también sufren y que limita su desarrollo y su posibilidad de crear mejores empleos.

Parte de los obstáculos para comprender mejor qué está ocurriendo es que no tenemos buena información. La última encuesta que se hizo al respecto fue en el 2010, por el Banco Mundial, y no sabemos el tamaño de la muestra ni su representatividad. Guatemala necesita generar sus propias encuestas empresariales, como sucede en Colombia, Estados Unidos, México, etc. Esto es importante para generar política económica. Estudios académicos como los de John C. Haltiwanger, Eric Bartelsman y Stefano Scarpetta incluyen el análisis de encuestas empresarialesen 24 países, y eso les ha permitido comprender la dinámica de creación y destrucción de empleos. En Guatemala, eso sigue siendo un misterio. Ojalá el INE, el Mineco, el Banguat y el sector privado pudiesen tomar esto como una prioridad.

Ahora bien, debo reconocer algo: la obsesión con las empresas grandes es una visión muy norteamericana del capitalismo, como ya lo ha señalado Alfred D. Chandler. Hay otro modelo, el de las empresas medianas que se cartelizan para la competencia internacional, que les permitió a Alemania y a otros países europeos crecer por muchos años, como señalan Alfred Chandler, Harm G. Schröter y otros. Sin embargo, sospecho que habrá muy pocos entusiastas del modelo alemán. Así que, mientras tanto, el tamaño sí importa. Y en Guatemala necesitamos que nuestras empresas puedan crecer más fácilmente.

Posdata. El INE sigue sin hacer transparentes la historia de precios y las fórmulas empleadas en los últimos siete años para verificar dónde está el error en la información que genera sobre los índices de precios. Tampoco ha explicado la naturaleza de los errores. Si así va a manejar la información de la inflación, ¿qué podemos esperar del censo?