El FMI analiza a Guatemala

¿Cómo nos ven los economistas del fondo?

El informe reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el cual evalúa la salud económica y financiera de Guatemala, tuvo de antecedente la preparación de cuatro documentos técnicos para analizar la situación del país. Estos representan las posiciones de economistas dentro del fondo, y no la visión política de la institución. Creo esencial discutirlos ampliamente (descargue los documentos aquí).

Primero, analizan el mercado laboral a partir de las remesas. El análisis los lleva a recomendar acciones para incrementar la creación de empleo formal (muy en línea con las preocupaciones discutidas en la página 10 de este documento). Para ello consideran necesario ajustar el salario mínimo en el país, dado que es uno de los más altos de América Latina, al mismo tiempo que tenemos una de las tasas de empleo informal más altas de la región. De hecho, ajustado por nivel de ingreso, está entre el 25 % más alto del mundo (ver página 53). A la vez señala que es necesario promover la educación vocacional junto con programas como Mi Primer Empleo (subsidio al empleo y a la capacitación juvenil). Sus recomendaciones, que considero acertadas, contrastan con cómo el gobierno actual ha manejado el tema: el salario mínimo diferenciado se elimina y hay oposición de la Procuraduría General de la Nación (PGN) a reglamentar el convenio de tiempo parcial (Convenio 175).

Segundo, el análisis de la inflación me parece decepcionante. Primero, porque no se presenta evidencia para justificar una de las principales recomendaciones de política pública: promover una ley de competencia para desmonopolizar el transporte de alimentos. Por otro lado, se ignora un elemento que seguro ha incrementado los precios de alimentos en el país: las exportaciones de alimentos se han incrementado tras el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (DR-Cafta, por sus siglas en inglés). Además, me parece dudoso que el estudio concluya que los aumentos salariales están incrementando de manera significativa los precios de los alimentos porque dudo que estén utilizando buena información (seguro están usando información del IGSS, que no es representativa de los salarios de todo el sector privado —ver página 26—). Por último, habría sido positivo que el FMI hubiese evaluado la calidad de cómo se construye la inflación en el país, dado el debate que surgió el año pasado sobre el tema.

Tercero, el análisis de la inversión es aún más decepcionante. Se pone demasiado énfasis en explicar la falta de inversión como consecuencia de poca confianza en la economía. Sin embargo, es poco realista creer que con más confianza el sector empresarial invertirá el 30 % del PIB en más café, azúcar, banano, palma africana, cardamomo, etcétera, y que con eso nos desarrollaremos. No nos perdamos. Guatemala lleva dos décadas de bajos niveles de inversión aun cuando han existido años de altos niveles de confianza. El problema es la ausencia de políticas económicas favorables al desarrollo industrial del país que apoyen al sector privado en temas como tecnificación de la mano de obra, infraestructura, acceso a financiamiento, facilitación del comercio exterior y apoyo en investigación y desarrollo.

Cuarto, la discusión sobre gobernabilidad me parece superficial (empezando por su positivismo ingenuo sobre las recientes reformas a la Ley de Contrataciones). Tal vez la razón de ello es que se pone demasiado énfasis en corrupción y poco en gobernabilidad. Es decir, se pone poco énfasis en los problemas de contar con instituciones adecuadas y personal preparado. El ejemplo reciente de la Conred y la evacuación de los poblados cercanos al volcán son uno de los más tristes y claros ejemplos. El problema no fue de corrupción, sino de completa ineptitud. Por ello resiento que este artículo técnico no haya profundizado en temas importantes.

Preferiría un estudio de caso de cómo reformar el servicio civil y la Contraloría General de Cuentas que un análisis econométrico de corrupción, el cual, por cierto, me parece de muy dudosa calidad cuando muestra que la educación no tiene impacto en el crecimiento y, peor aún, que a veces aparece con el signo negativo. Ello me hace sospechar que hay un problema de sobreajuste (overfitting) para lograr que las variables de corrupción aparezcan con el signo y la significancia deseados. Se puede argumentar que la especialidad del FMI no son los temas de gobernabilidad. Pero entonces debería cuidarse de no plantear recomendaciones sin contar con preparación. Eso explicaría por qué ponen énfasis en medidas administrativas para mejorar la devolución del IVA a las exportaciones (algo que cualquier gobierno puede desechar cuando le convenga) cuando tal vez habría que repensar el sistema, quizá apuntando a algo como el IVA tasa cero para exportaciones, con lo cual se elimina la posibilidad de extorsión por parte de las autoridades.

Vale la pena que el informe sea discutido, cuestionado y tenido en cuenta (en algunas recomendaciones). Además, como país, deberíamos exigir una mayor sofisticación en los análisis que se hacen de nosotros.