El Plan de la Prosperidad

Me preocupa que el Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de América Central se termine convirtiendo en algo equivalente a un Plan Morgenthau para América Central.

El Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte busca atender las preocupaciones de Estados Unidos respecto al flujo de migrantes centroamericanos a su territorio. Dado que se ha señalado que, entre otras razones, la pobreza rural es un factor que debe atenderse para afrontar el problema de la migración, el plan considera que es a través de una propuesta de desarrollo rural como el problema debe atenderse.

En ese sentido, mi preocupación es que hay antecedentes negativos de intervenciones estadounidenses promoviendo visiones rurales. Resumo la idea así: mientras la visión ruralista, agrícola y pastoral del Plan Morgenthau mantuvo en la pobreza a la Alemania de la posguerra, su sucesor, el Plan Marshall, logró lo contrario y permitió mejorar la calidad de vida de los alemanes. ¿Qué tuvo de especial el Plan Marshall? Se enfocó en el desarrollo del sector de manufacturas, en la inversión en infraestructura, en el comercio internacional y en la integración regional.

El Plan Morgenthau no fue un error estadounidense, sino todo lo contrario: se quería debilitar económica y militarmente a Alemania (Eichengreen, 2007; Reinert, 2008), así que los aliados limitaron adrede la capacidad industrial alemana, lo cual incluyó límites a la producción industrial y prohibiciones para la reconstrucción de sus líneas de tren. En contraste, el Plan Marshall fue una reacción contra la guerra fría. Por eso mismo, Estados Unidos estaba interesado en que Alemania creciese económica y militarmente para afrontar la amenaza soviética. Por ello el Plan Marshall sirvió para poner a Europa, y especialmente a Alemania, de regreso en la senda del desarrollo, para lo cual proveyó los fondos necesarios para la compra de insumos y de maquinaria, lo cual daría inicio al bum de inversiones que luego dio pie al bum de exportaciones de manufacturas.

Claro, no es que el Plan para la Prosperidad vaya a prohibir la construcción de líneas de tren (pero tampoco apoya en su financiamiento o en el de otro tipo de infraestructura). Tampoco es que busque debilitar la capacidad industrial del país. Pero la visión del Plan para la Prosperidad sí es enfocarse en el desarrollo agrícola-rural e ignora la creación de empleo industrial. Se inspira en el empleo agrícola de pequeñas granjas como el fundamento del desarrollo económico. En el caso de Alemania, eso no se tradujo en desarrollo económico, sino que incrementó la dependencia económica y alimentaria de aquel país.

Pero hay otros ejemplos que también vale la pena explorar. Por ejemplo, cuando Taiwán, Corea del Sur e Italia promueven sus reformas agrarias y apoyan su sector rural, lo que logran es un incremento de productividad agrícola importante. Esto parece positivo. Lo que también debe recordarse es que dicho aumento de productividad fue tan alto que expulsó a los trabajadores del campo (Eichengreen, 2007; Studwell, 2013). Básicamente, si la productividad crece a un ritmo mayor que la diversificación productiva y las exportaciones agrícolas, los precios agrícolas caen y eso lleva a los campesinos a salir del campo.

Si esa es la idea en Guatemala, cabe preguntarse qué harán todos los trabajadores que son expulsados del campo. ¿Migrar hacia Estados Unidos? ¿Acaso no era eso lo que se buscaba evitar? La otra opción es que, en lugar de migrar, esos campesinos se vayan a las ciudades a buscar empleo. Dudo que buscar empleo en la economía informal en el sector de servicios sea lo que podríamos llamar desarrollo. Así pues, eso nos lleva al actor ausente: el impulso al empleo en el sector de manufacturas. Fue este elemento el que generó el desarrollo económico de dichos países, pues es el sector que generó el empleo, los salarios y el desarrollo.

Fue la generación de empleo industrial lo que realmente logró sacar de la pobreza a estos países al generar oportunidades atractivas en las ciudades para muchos campesinos. Ojalá que en su versión final el Plan para la Prosperidad tenga en cuenta estas experiencias pasadas.