Postdata Cafetalera

El Congreso, de la mano con el sector cafetalero, está interesado en reactivar un fideicomiso para emplear 40 millones de dólares estadounidenses (casi 300 millones de quetzales) que quedan sin usar del fideicomiso que se estableció tras la crisis cafetalera de hace 17 años. La idea es usar dicho dinero para apoyar al sector tras la caída de los precios internacionales. Como señalé en mi columna anterior, me parece una propuesta de política inadecuada.

Dejemos a un lado que nadie ha demostrado que los 60 millones de dólares (más de 400 millones de quetzales) que ya se gastaron lograron un beneficio para el país. El problema es que se cree en definir metas para resolver el problema equivocado. El problema no es la deuda impagable o la edad de los arbustos de café que requieren cambiarse. El problema no es la crisis del empleo si esto no se hace. El problema es que exportamos productos de bajo valor. El problema es que la estructura del mercado cafetalero está cambiando. Si los precios internacionales del café se van a mantener bajos, la solución planteada solo socializará las pérdidas del sector por segunda vez en este siglo. El dinero va a ser usado para seguir haciendo lo mismo. Sísifo tropical.

Si el problema es la deuda y la posibilidad de que ello conlleve desempleo, hay mejores soluciones. Una empieza por que los prestamistas tengan que reconocer que dieron malos préstamos. La experiencia estadounidense usando la Ley de Bancarrota (Capítulo 11) demuestra que es posible reestructurar la deuda y mantener las empresas funcionando. Tal vez sea necesario que la propiedad de esas fincas pase a las manos de mejores empresarios y mejores gerentes. La bancarrota es ese mecanismo para mejorar la asignación de recursos. Esto es algo esencial en una economía de mercado. Si el Congreso pasa una buena ley de bancarrotas que ordene el proceso y que, insisto, esté inspirada en el Capítulo 11 de Estados Unidos, esto podría funcionar en Guatemala.

Otra solución es reconocer que el mercado de café sigue cambiando. El sector cafetalero chapín lo sabe y se ha quejado de que eso está bajando sus precios. Bueno, sigo sin ver una propuesta clara en la mesa. Mientras tanto, las últimas noticias son que Coca Cola compró Costa Coffee, que Nestlé va a empezar a vender café de Starbucks, que Lavazza está expandiendo su compra de cafeterías, etc. Dada la expansión de la producción de café en otros países, Guatemala debe reconocer que sus problemas no se resuelven con reactivar un fideicomiso para rescatar bancos y cafetaleros que no han movido el país a una industria cafetalera más sofisticada.