Reformemos el IVA a las exportaciones

¿Quién se apunta a ponerle el cascabel al gato?

No es suficiente con que lleguen buenos funcionarios a la SAT, que quieran transparentar y regular su funcionamiento, pues su paso será temporal. Tampoco es suficiente con poner estructuras criminales tras las rejas, pues nuevas estructuras pueden surgir fácilmente. Si la tentación sigue existiendo, todos estos esfuerzos tienen un impacto pequeño, ya que el problema volverá a aparecer.

Nuestro camino a una mejor Guatemala requiere que también enfoquemos nuestros esfuerzos a eliminar dichas tentaciones, como escribí hace seis meses. Entre ellas, una de las mayores es la ley del IVA, la cual les permite a los funcionarios públicos extorsionar empresas usando la amenaza: «O me das una comisión, o pueden pasar meses o años antes de que la SAT te devuelva tu dinero». A esto se refiere el problema del crédito fiscal a los exportadores. Y, dadas las millonarias cifras involucradas, la tentación es enorme.

Ejemplos abundan para hacer una buena reforma, como lo muestra la experiencia internacional que va de Uruguay a la Unión Europea. Ya sea usando «IVA cero» o una «cuenta corriente tributaria», es posible quitarles al Gobierno, a la burocracia y a los políticos involucrados el poder de extorsionar a las empresas pequeñas y grandes del país. Y, claro, quitarles a los empresarios la tentación de resolver el problema pagando mordidas.

Sin embargo, lograr la reforma va a ser difícil por tres razones.

La primera razón es que el sector público no está interesado. La estructura criminal que identificó la Cicig lo explica fácilmente: la tentación está dentro del Gobierno, entre diputados, un candidato a vicepresidente, un exsuperintendente y empleados de la SAT. Además, aun cuando hay funcionarios probos, el sector público guatemalteco no suele contar con las capacidades para realizar estos estudios por su cuenta.

La segunda razón es que, gracias al financiamiento escandinavo, la agenda fiscal en Guatemala suele estar dominada por el Icefi, una entidad que, cuando no está promoviendo reformas fiscales desastrosas, se dedica a atacar al sector privado. Es difícil esperar entonces una propuesta de ellos en este tema.

La tercera razón es similar a la famosa fábula de Félix María Samaniego en la cual todos los ratones se reúnen para ponerle el cascabel al gato, pero ninguno lo hace porque todos tienen miedo. Todos son buenos para hablar y plantear soluciones, pero nadie quiere tirarse al agua. Esto es lo que sucede con el sector privado guatemalteco hoy. Aunque muchos de los miembros de este se benefician de la reforma, ninguno quiere pagar el costo de promoverla. El problema es que hoy están contra la pared. O un grupo de ellos se pone de acuerdo para impulsar una reforma, o van a ser víctimas de una futura estructura criminal en un año o dos.