Subsidios para el sector privado

Esto es como dar “la prueba de amor”.

El problema no es dar la prueba de amor. El problema es darla y no gozarla (o peor, luego quedar embarazada o contraer alguna enfermedad). De la misma manera, el problema no es dar subsidios. El problema es dar subsidios y obtener muy poco a cambio de ello.

¿Queremos dar subsidios para seguir teniendo el mismo tipo de empleo agrícola de mala calidad, que no paga salarios mínimos, no paga IGSS, no paga las prestaciones de la ley?

¿Queremos dar subsidios para mantener sectores que son víctimas frecuentes de caídas de precios? ¿Para que hagan lo mismo? ¿Para que volvamos a tener los mismos problemas en unos años y tengamos que volver a subsidiarlos? ¿Qué garantía tenemos que esta vez harán mejor las cosas y se transformarán, si muchos de estos sectores han tenido décadas de buenos años?

Esto NO se trata de estar en contra del sector empresarial nacional. Esto NO se trata de estar en contra de la creación de empleo. Esto se trata cuál es el mejor uso de los recursos públicos y cómo podemos obtener mejores resultados. Al final, ser empresario se trata de asumir riesgos, incluyendo el riesgo de la bancarrota.

A diferencia de posturas económicas y políticas ingenuas, yo creo que está en el interés de la nación otorgar subsidios al sector empresarial. Pero hay que hacerlo de manera inteligente. Hay que hacerlo para promover empleos formales; para impulsar mayores salarios; para incrementar las capacidades productivas futuras del país. Estos son objetivos que nos interesan como país y que no siempre están en el interés del empresario, porque no siempre las ganancias son mayores en las actividades que logran generar empleos formales abundantes, altos salarios, y un aparato productivo nacional más robusto. El problema no es pedir o dar subsidios. El problema es no ser inteligentes cuando damos subsidios. Al final de cuentas, subsidios bien pensados han estado en el corazón de las estrategias de desarrollo de muchos países.

Yo preferiría un escenario distinto al que el sector agrícola está pidiendo hoy.

  • Yo prefiero subsidiar sectores que pueden generar empleos de mayor calidad en áreas urbanas. Preferiría que subsidiemos fábricas de vestuario, de juguetes, de televisiones, de celulares, de alimentos. Prefiero un tipo de cambio competitivo. Prefiero una banca de desarrollo apoyando nuevos sectores. Prefiero parques industriales con buena oferta de vivienda y transporte público cerca.
  • Yo prefiero apoyar la educación técnica (y universitaria en ingenierías) de la población de 20 y 30 años para que puedan trabajar en empresas de industria ligera (e industria cada vez más sofisticada).
  • Yo prefiero facilitar mecanismos para que los empresarios del sector agrícola puedan fácilmente invertir en estos nuevos sectores. ¿Por qué no facilitamos que las nuevas empresas coloquen acciones en la bolsa de valores? ¿Por qué no facilitamos la protección de accionistas minoritarios con una nueva figura legal?
  • Yo prefiero implementar mecanismos para facilitar la venta (e incluso la bancarrota tipo Chapter 11) de las fincas en mala situación financiera para que empresarios agrícolas con mejor manejo financiero las trabajen. El dinero de la venta (incluso, la eliminación de la deuda vía la bancarrota) puede facilitar la entrada de dichos empresarios a nuevos sectores.
  • Yo prefiero subsidiar entidades de investigación y desarrollo y de banca de desarrollo que promuevan la industrialización de nuestros cultivos y que les facilite la mecanización de los cultivos. Hay que ver, por ejemplo, la apuesta que están realizando los colombianos estos días, como respuesta a que, con una población cada vez más urbana, hay menos trabajadores en el campo (su población rural es 20%; en Guatemala es 51% y muy probablemente va en la misma dirección colombiana).

Si igual van a pedir subsidios y el Congreso y el Ejecutivo se los van a dar, ¿no sería mejor si al menos se los damos para que hagan cosas que nos benefician a todos?

Published: December2018